Reunión en Minsk, una vez más

Merkel y Hollande durante la conferencia de prensa.

Merkel y Hollande durante la conferencia de prensa.

Frente al fracaso del último alto al fuego, las partes apuestan nuevamente por la opción diplomática. Un fracaso podría derivar en un desenlace belicista. 

Por Franco Roselló – @franco_rosello

Cuando la Canciller alemana Ángela Merkel y el Presidente francés Francois Hollande abandonaron Minsk la semana pasada, probablemente no se hubieran imaginado que pocos días después el conflicto en Ucrania los llamaría de nuevo. Pero sucedió: el ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Laurent Fabius anunció que el martes se reunirá con sus pares de Rusia, Alemania y Ucrania para discutir las nuevas vicisitudes del conflicto interno en Ucrania. Merkel y compañía deberán buscar nuevas soluciones.

Resulta que desde el anuncio del Alto el Fuego en todo el este, en Debalsteve, la última ciudad en disputa, nunca hubo descanso entre las milicias rebeldes y el ejército ucraniano. Es por ello que en los últimos días el Presidente ucraniano, Petro Poroshenko, anunció la retirada de sus derrotadas fuerzas, desatando un conflicto interno con sus tropas que se sintieron como «carne de cañón». Este hecho reveló la vulnerabilidad de sus fuerzas contra los separatistas, motivo por el cual continúa pidiendo por la intervención militar estadounidense, o por lo menos una mano importante.

Frente a este incumplimiento del Acuerdo de Paz de Minsk, hoy Merkel y Hollande anunciaron que están evaluando elevar más sanciones a Rusia, que se vio aliviada de las penalizaciones días atrás gracias al mismo acuerdo que ahora la acusan de romper. Para los mandatarios occidentales está sobreentendido que fue por orden del Presidente Vladimir Putín que no se respetó el acuerdo. O por lo menos tienen pruebas que no presentaron. Pero como contracara, el embajador ruso en la ONU, Vitali Churkin, acusó a Ucrania de no cumplir con algún punto dentro de lo acordado al proponer una misión de fuerzas de paz de la ONU para verificar la zona del Donbas. Según el embajador, este trabajo estaría a cargo de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), grupo que hoy denunció que no le dejan acceder a ciertos lugares de la zona en conflicto.

Este cruce de acusaciones evidencia que el acuerdo de Minsk II (como se denominó a la reanudación de las charlas la semana pasada) se trató de forma apresurada, y que todos abandonaron la mesa, no sin antes hacer declaraciones victoriosas a la prensa, sin arreglar alguna clara posición para Debaltsevo. Esta ciudad se encontraba en medio de una disputa antes del acuerdo, y luego no cambió su situación. Lo único que se puede asegurar es que, gracias a la fuerza, las fuerzas independentistas hoy dominan en el campo.

El apuro por sellar un acuerdo se puede explicar desde la posición de varios de los involucrados. Francia y Alemania, por su lado, buscaban cerrar con éxito una resolución diplomática para imponerse al envío de armas que estaba proponiendo el Gobierno de Estados Unidos. Poroshenko presionaba a través de los medios para que los representantes europeos eligieran esta opción belicista, confiado en que Obama resolvería el problema con Rusia. Merkel y Hollande saben que, de frustrarse este intento, cobrará aun más fuerza el plan de guerra. Por otro lado el Gobierno de Rusia está cada vez más interesado en aliviar la carga que representan las sanciones impuestas por occidente. La creciente crisis económica está devorando las reservas rusas, y un acuerdo rápido colaboraría para morigerar esta situación. Washington parece festejar: el fracaso de la diplomacia le daría cabida a su intención de proveer de armas al ejército ucraniano y, así, concretar una peligrosa provocación a Moscú.

La próxima semana será crucial para la continuación del conflicto. La reunión de ministros de Relaciones Exteriores probablemente no logre avances concretos, pero servirá para limar aquellos puntos que no fueron tratados en la anterior reunión ‘express’. La última retirada del ejército podría marcar que no habrá una nueva ofensiva de Kiev, pero pese a las bajas y al distanciamiento con sus tropas, el discurso del Presidente sigue manteniendo un tono belicista que puede desencadenar futuros enfrentamientos en el este.

Obama se plantea una estrategia más agresiva en Ucrania

Si Estados Unidos cambia su estrategia confirma el fracaso del plan A: sanciones a Rusia y reuniones entre las dos partes de Ucrania. Optar por fortalecer a Kiev, su aliado, podría generar una respuesta que agudice el conflicto antes de atenuarlo.

Entrevista de Obama con la CNN donde admitió haber "negociado un acuerdo para la transición del poder" en Ucrania durante la destitución de Yanukóvich.

Entrevista de Obama con la CNN donde admitió haber «negociado un acuerdo para la transición del poder» en Ucrania durante la destitución de Yanukóvich.

Panorama por Franco Roselló – @franco_rosello

El diario New York Times reveló en su última edición que en el seno del Gobierno estadounidense se está evaluando el envío de «asistencia letal» a las fuerzas del Gobierno ucraniano. La propuesta, según afirma el medio, nació del comandante militar de las fuerzas de la OTAN, el General Philip Breedlove; y al Presidente Obama no le sonó tan mal como para descartarla de cuajo. La nota también asegura que dentro de su equipo habría un importante apoyo al envío de armas y equipamiento para enfrentar a los separatistas del Donbas: el Secretario de Estado John Kerry y el Secretario de Defensa Chuck Hagel ya tienen tomada su decisión. Incluso la consejera de Seguridad Nacional, Susan Rice, anteriormente opositora a estas acciones, estaría reevaluando su posición.

En caso de que esta nueva propuesta tome fuerza, Obama deberá contar con el aval de su aliado en la lucha, la Unión Europea. Es justamente este grupo quien, en estos últimos días, extendió las sanciones a Rusia durante seis meses más acusando al Gobierno de Putín de apoyar a las fuerzas de Donetsk y Lugansk.

La U.E. también estaría presionando para que se reanuden las reuniones entre el Gobierno de Kiev y los separatistas. El último día de enero ambos bandos abandonaron la mesa de negociaciones en Minsk acusándose mutuamente de no tener un verdadero interés en solucionar el problema sin balas de por medio. Rápidamente, el primer día de febrero, ya se volvieron a contar los muertos por decenas en los combates por el Este.

Washington estaría contemplando con preocupación que los militantes del Donbas ya controlan el aeropuerto de Donetsk, y que ahora la lucha se desplaza hacia Debaltseve, una ciudad situada entre los dos principales bastiones de los opositores. El Gobierno de Obama siente que no tuvo éxito con el envío de material «no letal», la ayuda económica y las sanciones a Rusia en conjunto con la U.E. A pesar de que el país de Putín atraviesa una importante crisis económica, producto de estas intervenciones financieras y comerciales, la mesa de Minsk está suspendida y los conflictos en la vecina Ucrania se acentúan.

EE.UU. y Europa siguen convencidos de que Rusia es parte activa en el conflicto, enviando fuerzas y ayudando a los rebeldes (aunque el Gobierno ruso lo niegue), pero sus medidas todavía no lograron que estos grupos retrocedan ante las milicias de Kiev, más bien sucede lo contrario. Es por eso que la medida de militarizar aún más el conflicto parece un recurso desesperado de Estados Unidos para estabilizar definitivamente al Gobierno ucraniano.

Quizá de esta manera logre un objetivo crucial: rodear a Rusia de enemigos fuertemente armados. La entrada de Kiev a la Unión Europea es casi un hecho, y el ingreso a la OTAN también está en trámite luego del abandono del estatus como país no alineado. Pero involucrarse tan directamente en una guerra cercana a las fronteras con Rusia podría generar una respuesta que acentúe el ánimo de guerra llevándola a un nivel superior. Este es el motivo que hace dudar a Obama.